jueves, noviembre 03, 2005

OJOS

Pero el alma de Aquella mujer estaba encerrada en un cuerpo que no alcanzaba.
Y allí sólo se llegaba a través de sus ojos.
Que no eran ni grandes ni pequeños, ni azules ni verdes, pero podían abrirse por detrás del castaño y permitir el ingreso a las profundidades de su mismo ser.
Shepo lo sabía porque lo había descubierto una mañana que amaneció durmiendo en su cama. Ocupaba el lugar que el papá dejara una mañana para no volver.
Y en alguna noche imprecisa hubo una madrugada en que misteriosamente se pasó hasta el lugar vacío adueñándose del lugar vacío junto a su madre.
El cree ahora que fue aquella ocasión en que la sintió llorar tan fuerte contra la almohada, que se durmió pensando que quizás su mami tuviera miedo, tan solita, en aquella cama tan grande.
Dice que esa noche soñó que estaba en un campo muy verde intentando secar al sol un enorme almohadón de colores que parecía contener un río en su interior que lo inundaba todo hasta formar un lago enorme a su alrededor. Un lago manso y tranquilo, parecido al amor.
Esa mañana cuando abrió los ojos, en vez de ver el cuadro del angelito de la guarda que estaba frente a su cama, encontró esos ojos mágicos que contenían paisajes y señales por detrás de sus parpadeos.
Ella le permitió traspasar el límite de la mirada y él se encontró con un paisaje bellísimo de montañas azules y silencios profundos. Y entendió que ella extrañaba su tierra natal.
Entonces instintivamente él le permitió a ella ingresar por sus ojos hasta sus miedos que fueron calmados con caricias de madre sobre su cabecita inquieta.
Luego de aquella primera vez solían mirarse en silencio hacia adentro, y cuando ello ocurría las palabras estorbaban.
No siempre les gustaba lo que veían, pero ninguno decía nada.
Aceptaban, amaban, intentaban acompañar, si cabía.
Entonces Shepo entendió que al Alma de su madre se llegaba a través de sus ojos.