jueves, junio 08, 2006

Atadas

Me ato las manos
si es necesario,
(lo es)
para no perturbar tu huida.

Eso no impide mi rezo.
Mis ruegos bajos.
Grandes y pequeños,
de voz queda.
De llanto.
Tampoco recupera Aquello.

Me veo tendida en la pérdida,
preguntando por qué,
atesorando esos momentos finales

Es tan clara la imagen que debo
Luchar por no atrapar tu alma,
al suplicar incosnciente que me lleve con ella.

Imagino, me digo, me repito y aprehendo.
No me alcanza y repito.
Lo que sucede es.

Llevo mi mano derecha al corazón
guardando lo que alguna vez
hace mucho, mucho, era.

De aquella especial y única manera.

Cada día se aclara la lección,
y a fuerza de ver
una y otra vez
la misma escena,
imagino que
voy abrazando la sabiduría
de aquellos hechos.

Pero vos,
Shepo,
igual no estás,
y esto es así sin diferencias,
ni evoluciones.

Y me digo que la pena se regresa
como en aquella tarde,
(al decirlo lo siento)
casi como si de ayer se tratara,
un tiempo impreciso
que se acerca,
que me cerca,
tan cerca,
tan lejos...
Shepo.

Abril@